jueves, julio 21, 2005

Respuesta de Renán Delgado a Editorial de Peru 21 del 21.07.2005

Editorial Perú 21 - ¿ Candelojanas ?
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El Congreso quiere 'retomar' la lucha anticorrupción.

El planteamiento de un variopinto grupo parlamentario para que el Congreso "retome (sic) la agenda legislativa anticorrupción" es una iniciativa bien intencionada pero candelejona.

El paquete propuesto incluye normas como la referida a la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción en agravio del Estado -lo cual requiere una reforma constitucional- o sobre sanciones a jueces y fiscales que incumplan su función en estos delitos. Hay muchas otras ideas que podrían explorarse para reducir los incentivos para la corrupción.

Sería ingenuo, sin embargo, creer que el escaso avance logrado durante los últimos años se explica por la falta de ideas o de leyes. El problema de fondo es, por un lado, que hay mucho interesado en enriquecerse ilícitamente a costa del Estado y, por el otro, que hay poca voluntad
política en los poderes públicos para combatir a la impunidad.

Sea por desidia o por complicidad, lo cierto es que no se ha observado una real intención del Congreso, del Poder Judicial, del Ejecutivo ni de la oposición política, por una lucha contra la corrupción que vaya más allá del discurso pomposo y vacuo.

La propuesta de los congresistas que plantean 'retomar' la agenda anticorrupción -como si esta realmente hubiera existido durante el régimen actual- es una respuesta a la justificada indignación que produjo la reciente ley sobre el arresto domiciliario, la cual colmó la impaciencia
por un sistema anticorrupción que, por las acciones y omisiones de los poderes del Estado, ya ha demostrado su colapso.

¿Alguien cree que el mismo Congreso corrupto y mediocre que promovió dicha ley, el presidente que se lavó las manos, el premier que prefirió mirar al techo, y el Poder Judicial que la nterpretó entre gallos y medianoche, van a apoyar la 'nueva' agenda anticorrupción?; Puede ser que se necesiten algunas nuevas leyes para combatir la impunidad, pero ninguna de estas será útil si no se aplican dentro de un régimen que tenga el coraje y la entereza para darle decencia al país. No perdamos el tiempo; mejor presionemos para lograrlo en el año 2006.

Augusto Alvarez Rodrich
Perú21 21.07.2005


Mail enviado por Renán Delgado a Editorial Perú 21
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Estimado Sr Alvarez:

En torno al tema de la corrupción hay toda una corruptela mental, valga el desatino gramatical, que comparten políticos, periodistas, abogados, procuradores, figurettis de izquierda y derecha, curas y en general todo aquél que opina sobre el tema. Esta consiste en considerar como corrupción solamente la que tiene por objeto apoderarse de una u otra forma, ilícita, soterrada, etc., de los fondos estatales. Por ello, es que se ha politizado tanto el tema y se exige primero la promulgación de normas especiales que castiguen ejemplarmente la corrupción y la creación de innecesarias entidades ad hoc como la procuraduría y fiscalías , juzgados, salas anticorrupción, etc. o sea la creación de nuevas fuentes de corrupción. En este sentido, el plantón del cura Bambarén es como una bomba apestosa tratando de diferenciarse del anhidrido sulfídrico que la compone.

La corrupción es simplemente el proceso por el cual algo bueno se descompone, se pudre; el proceso por el cual la persona en vez de hacer lo correcto hace lo incorrecto, o lo no aceptado por la sociedad, lo ilegal, etc. La corrupción siempre admite la utilización inapropiada de bienes públicos o privados en forma irregular, para alcanzar un beneficio individual o parcialmente colectivo. Desde este punto de vista es tan corrupto el pirañita como el cura pederasta, el alcalde coimero, el presidente que negocia una sentencia con un vocal de la corte, el juez que no cumple con los plazos a cambio de una prebenda o por flojera, el parlamentario que cobra por no hacer nada o peor aún por hacer burradas, el procurador que acepta el cargo, el violador, el asesino, el sembrador de coca, el presidente regional que la legaliza, el bloqueador de carreteras, el carnicero que adultera la balanza y el grifero que mezcla con agua el combustible y todos los etcéteras que usted quiera añadirle.

Es decir que la corrupción es un fenómeno de la vida ordinaria que, por lo tanto, debe combatirse con las soluciones ordinarias previstas por la ley ordinaria que deben aplicar las autoridades ordinarias, valga otra vez la redundancia.

Lo que sucede en el Perú es que nadie cumple con las normas ni los obligados a respetarlas ni las autoridades encargadas de hacerlas respetar.

Esto se da en todos los ámbitos, hasta en la iglesia católica como en el caso de las cartas falsas. Es un cáncer generalizado que desgraciadamente no admite otro remedio que el de la amputación y reemplazo. Como usted dice, se necesita "un régimen que tenga el coraje y la entereza para darle decencia al país" en su totalidad, no solamente en la política o en los poderes públicos. Se necesita de un liderazgo que IMPONGA la decencia y el respeto a la ley como estilo de vida de los peruanos. Creo, sin embargo, que para que ello ocurra es necesario un régimen moderadamente autoritario, salvo mejor parecer por supuesto.

Saludos,
Renán Delgado